2007-04-18

LoS deSnUdoS de AmpArO

Lo que se pierden los que prefieren las de 24 a las de 54.

Por: Florence Thomas*

Mi primer contacto con SoHo fue cuando la revista Semana publicó un aviso que exponía a una mujer indígena, de la comunidad embera, de unos 50 años, desnuda hasta la cintura, que decía ¿mejor suscríbase a SoHo, pues una mujer así nunca se verá en SoHo¿. La cara arrugada de esta mujer, sus senos caídos y su cuerpo, por supuesto, se resistían a someterse a las leyes del mercado. Solo tenían historia y reflejaban sus luchas para ser reconocidos y para darle memoria a este país plural.

Después, escribí un par de cosas que Daniel Samper me encargó. Tengo que reconocer que es una revista sui géneris. Presenta una mezcla de buenos artículos de escritores serios metidos en una sopa de páginas satinadas que nos muestra de manera inalterable las misma fotos de las mismas niñas de curvas perfectas.

Tengo en mi mesita la SoHo en la cual Amparo Grisales nos ofrece generosamente unas quince fotos de ella, desnuda, de una belleza asombrosa. Y hojeando, incluso antes de leer lo que Antonio Caballero escribe, me decía: Dios, cómo son de bellas las mujeres de 50 años, mujeres ya encima del bien y del mal, pues ya han resuelto los grandes nudos de sus vidas; mujeres de sonrisas ligeramente enigmáticas, como la de Amparo, que parece decirles a los hombres: hermanos, ya nada nos asusta, ya somos libres, nos ha costado años de debates, de luchas, de llantos y de risas, pero logramos cambiar la histeria por la historia y el mundo ya nos cabe en las manos.

Sí, ¡Dios cómo son de bellas estas mujeres de 50 o de más de 50! Es esto lo que me inspiraron las fotos de Amparo. Ni un solo gramo de envidia, ni un gramo de lo que algunas personas probablemente pensaron que iba a decir desde mi feminismo radical. Pues no. Si esperaban que fuera a criticar a Amparo, se equivocaron. Lo único que tendría que decirle es que, a mi gusto, le faltan algunas arruguitas en la esquina de la mirada, estas pequeñas arrugas que nos hablarían justamente de sus luchas para lograr ser hoy lo que es. Pero para las arrugas y algunos kilos de más en la cintura está nuestro calendario ¿Mujeres sin fechas de vencimiento¿. Ahí están las compañeras de 50 y más años ¿los míos son 64¿, también desnudas, que acompañan hoy a Amparo Grisales.

Claro, Amparo está más cerca de una perfección dictada por un persistente cuidado de sí misma, acompañado de una férrea disciplina. Nosotras, lejos de la perfección de Amparo y de su disciplina, quisimos ampliar las posibilidades y los márgenes de la belleza. Quisimos, sin saberlo todavía, acompañar a Amparo en esta muestra de mujeres de 50 y de más de 50 en toda su belleza. Y ahí pienso con tristeza en los hombres de 40, 50 o 60 años que todavía no han entendido lo que se pierden al preferir una de 24 años a una de 54¿ Si supieran lo que podemos disfrutar en la cama, en la cocina, con diálogos inteligentes para recrear la vida. Sí, sabemos hacer el amor como nunca antes, conocemos nuestro cuerpo y sabemos compartir lo que nos gusta tanto en la cocina como en la cama; ya la maternidad es asunto resuelto y ya hemos aprendido a vivir sin ustedes o con ustedes de vez en cuando. ¡Qué delicia!

En fin, Amparo me inspiró, me dio ánimo con mis 64 años a cuestas para seguir creyendo que la vida está adelante y encontrar las palabras para continuar con mi oficio de convencer a las mujeres, a todas, las de 16, de 20, de 40 o de 60 años, sin arrugas o con arrugas, a todas las que no tienen y nunca tendrán el cuerpo de Amparo, de que el mundo les cabe en las manos, de que los espejos son traicioneros, de que las leyes de la vida son más fuertes que las leyes cambiantes y tramposas del mercado, y de que, cuando la mirada límpida se mezcla a una sonrisa transparente, todas somos Amparo Grisales. Y ahora leeré a Antonio Caballero. Seguro que, como siempre, será todo un Caballero.

* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad


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